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Investigar
y pesquisar. Caminar entre pasado y futuro
Al buscar el origen de la palabra «investigar» nos
encontramos con el verbo latino «investigare»,
que significa «pos de la huella de», es decir «ir en busca de una pista»; donde
tenemos «in-», que remete a hacia dentro, y «vestigium», que es la planta
del pie, o la marca que deja el pie en la tierra, y después la indicación de
que alguien había caminado por allí. La investigación seria, entonces, buscar y
seguir huellas, marcas por donde alguien ha pasado, y, por lo tanto, investigar
es hacer otra vez un camino ya hecho o, por lo menos, hacer el ejercicio de
imaginar, desde elementos materiales, el camino, la dirección, y tal vez las razones
y las maneras de esa marcha. Lo que me parece curioso es que la investigación,
así, tendría menos que ver con el futuro —imaginar un futuro, innovar y crear
un nuevo camino, cambiar el mundo— que con el pasado —recordar un pasado, repetir
un camino, conservar un mundo. El origen de la palabra «pesquisa» tampoco parece
dirigida (totalmente) al porvenir o a la innovación, puesto que deriva del vocablo
latino «perquisitum»,
participio de «perquirere», que es buscar con cuidado, es decir, no
solo seguir, hallar o procurar algo o alguien, sino hacerlo con atención y
diligencia. Este participio latino, pues, es formado por «per-» (a través, por completo) y el
verbo «quarere» (buscar, hacer una búsqueda), del cual
también deriva la palabra «cuestión» —«quaestio»,
«quaestionis», que es la acción
de buscar, el interrogatorio, el examen, la indagación o aún una averiguación;
de donde podemos ver porque la cuestión de la pesquisa puede sonar a algo más
bien policial que filosófico. Es gracioso, mientras tanto,
que en portugués se utilicen las palabras «pesquisa» y «investigação» exactamente al revés del castellano, «pesquisa» y «investigación», es
decir, en Brasil suele que los estudiantes de máster pesquisem un tema y que ciertos policías se encarguen de la investigação de un caso. Haría falta, sin embargo, un estudio profundizado para
saber si los académicos lusófonos pesquisan como lo hace la policía española o
si la policía brasileña investiga como lo hacen los académicos hispanohablantes,
o viceversa. De todos modos, parece raro o quizás
curioso que tanto el acto de investigar como de pesquisar se hayan convertido,
al menos parcialmente, en una mirada hacia el futuro: la pesquisa policial
permite saber no solo que uno es culpable por algo que ha hecho, sino que es
capaz de predecir lo que uno hará (y será culpable), es el tema de los sujetos peligrosos y los
riesgos (potenciales) que presentan a la sociedad; en el campo de la investigación, a su vez,
mismo los trabajos historiográficos (una mirada investigativa esencialmente orientada hacia el pasado), ahora suele que se intente que tengan
una justificativa vinculada al futuro, al cambio del mundo, a la innovación, a
la transformación y no tanto a la conservación o al cuidado con las cosas y su
mundo. Quizá eso tenga que ver con un desinterés por las huellas del pasado;
quizá, sea una cuestión más bien «geológica», es decir, tenga que ver con el hecho de que estamos en un tiempo cuyo suelo ya no retiene las huellas por mucho tiempo, las marcas se deshacen con tanta velocidad (si marcar hay) que es imposible que se las busquemos con cuidado, es imposible que uno pueda interesarse verdaderamente por ellas.