segunda-feira, 30 de novembro de 2020

Nota (casi) linguística

#8

Estigma y enigma


En el diccionario de la Real Academia Española, leemos que estigma es «Marca o señal en el cuerpo» y «Desdoro, afrenta, mala fama»; una marca física o social, hecha de una manera material o sobrenaturalmente. En griego στίγμα (stigma), trataba-se una picadura o una marca hecha con hierro al rojo en la piel, como fuera un tatuaje; viniendo de la raíz indoeuropea «steig-» (picar, puntiagudo), que estará presente en palabras castellanas – por el latino «stingere» – como «distinguir», «extinguir», «instigar», «estímulo»… Esto que marca, que pincha hace con que nos movamos, con que salgamos de un lugar, ya sea para animarnos, ya sea para desganarnos (hacia, mismo, matarnos).

Enigma, en el mismo diccionario, «Enunciado de sentido artificiosamente encubierto para que sea difícil de entender o interpretar»; «Realidad, suceso o comportamiento que no se alcanzan a comprender, o que difícilmente pueden entenderse o interpretarse». Las dos palabras, curiosamente, cargan la idea de la terminación griega «-μα» (-ma), que demarcan su carácter instrumental o de resultado, es decir, lo que hace algo o que de algo resulta. Demás, enigma, del griego «αἴνιγμα» (aínigma), es formado por «αἴνος» (ainos): las palabras o enunciados cargados de elementos significativos y/o de dobles sentidos.

Enigma y estigma, entonces, tendrían ellas caracteres instrumentales opuestos: de una parte, la duplicación de sentidos, la multiplicación de identidades o mismo poner algo en un punto de indiferenciación o perdida de un contorno evidente; de otra parte, la reducción de sentidos o el encierro en una única identidad. Sin embargo, las dos cosas parecen hacer un arco hasta que se encuentran en el hecho que borran la idea de identidad, de definición y sobrecargan uno. Una, por las multiplicaren ad infinitum produciendo el exceso. Otra, por reducirla a marcas que son casi-identidades, son identidades precarias o vaciadas de la fuerza del ser. Y, al final, ¿no fundimos estigma y enigma cuándo, en nuestra sociedad, podemos multiplicar los estigmas en uno al punto de volverle un enigma, volver su esencia un misterio? Y al final, subjetividades agujeradas, nos volvemos enigmas-estigmas. Sujetos de un misterio miserable quizás…Quizás, todo al revés....

sexta-feira, 27 de novembro de 2020

De la tragedia

El pecado originario de la filosofía
fue rechazar la tragedia.

Herederos del matrimonio del alma
                                      con la razón,
convertimos todo en espíritu (hegeliano)
                               y mundo (marxiano).

La nada y el otro ya no tienen donde habitar
            (o se los hemos atrapado en un asilo),
la verdad trágica se volvió brisa
                                        o balbuceo despreciables.

Todos repitimos la letanía de la muerte de un dios,
pero nadie se acuerda de la canción sobre la expulsión de las deidades de este mundo.

La tragedia se quedó como mala palabra
                                        y su sabiduría del acaso, ¿qué es?

quarta-feira, 25 de novembro de 2020

Um Fresco Castanhedo

                                                         Maria Luisa Spaziani

Seria, o mundo, um fresco castanhedo
se tudo me olhasse com os teus olhos.
Marrons, intensos, laguinhos dourados
aos raios docemente descendentes

Assim os olhos dos anjos, castanhas
que perderam a casca. O Paraíso
é esse despimento, todo segredo
é chegar ao coração.

terça-feira, 24 de novembro de 2020

De la esperanza

Crees que dios y el azar son uno la máscara del otro,
        y enciendes tus velas,
y ruegas como un cándido niño o una anciana beata
        para lo-que-vendrá,
ya sea un viejo de larga barba blanca, ya sea una niñita negra,
        da igual... 
Es la misma
                rota, 
            y si bien vital,
                    esperanza humana...

segunda-feira, 23 de novembro de 2020

Nota (casi) linguística

#7

El jugador y el lúdico — el poeta y el niño


En general, el lúdico y el jugador están relacionados —pertenecientes o relativos— al juego, y aunque no haya un sinónimo de «lúdico» que contenga la misma raíz de «juego», y aunque «jocoso», por supuesto, comparta la raíz con esa palabra, pero, llevándonos al chiste más que al «jugador», valdría la pena profundizar la separación histórica de los dos: «iocus» y «ludus», de dos formas del juego.

Según el Diccionario etimológico latino de Félix Gaffiot, «iocus» es el juego en palabra, mientras «ludus», el juego en acción. Viniendo de la raíz indoeuropea «Leid-» (jugar), además de la diversión y pasatiempo, y de los grandes festivales públicos romanos, «ludus» era la escuela elemental primaria y gratuita; al final, a los niños, o mejor, los infantes —los sin palabra— el juego es propiamente juego en acción, y ellos aprenden a través de esta forma de juego. Mientras tanto, «iocus», que quería decir en latín «broma», viene de la raíz indoeuropea «yek-», que significa nada menos que «hablar, decir». Así, el hablar se ha convertido para nosotros en juego con las palabras —del jocoso, hasta el joker, inglés, o el jouer, francés— y no hay otro que juega con las palabras de manera más sublime que el poeta, ya sea porqué subvierte su uso y su significado (las palabras dicen otras cosas, juegan entre sí, cambian de lugar, de relaciones, de interacciones), ya sea porque juega con su finalidad y su temporalidad (las palabras cambian el lugar adonde esperábamos que nos llevarían y el tiempo al que esperábamos que remitirían y que se alojarían, y nos alojarían).

Si los niños son grandiosos en su manera de jugar con el mundo por medio de la acción pura, es decir, sin la mediación del simbólico (sobre todo de las palabras); los poetas son los maestros del juego de las palabras puras, es decir, palabras sin tiempo y espacio inseparables, sin lugar y momento que le serían irrenunciables, del cual las palabras serían no podrían ser enajenables.

sexta-feira, 20 de novembro de 2020

Máscara del porvenir

¿Crees que el futuro tiene nombre y apellido?
¿Crees que él tiene cara y corazón?
No hay futuro,
mi amigo,
que no sea una máscara del porvenir,
sin faz, sin alma — puro cuerpo…

quinta-feira, 19 de novembro de 2020

Del arte trágico

Uno se puede ilusionar
      mortalmente,
pero,
ilusionarse
           todavía
es una manera de supervivencia
                      — ¡es un arte trágico!

quarta-feira, 18 de novembro de 2020

Provérbios e cantares [excertos]

                                                         Antonio Machado
 
           VIII

Em perguntar o que sabes
o tempo não hás de perder...
E a perguntas sem resposta
quem te poderá responder?

           [...]

           XII

Olhos que à luz se abriram
um dia para, depois,
cegos tornar à terra,
fartos de olhar sem ver!

           [...]

           XVI

O homem é por natura a besta paradoxal,
um animal absurdo que necessita de lógica.
Criou de nada um mundo y, sua obra terminada,
“Já estou no segredo – se disse –, tudo é nada”.

           XXIII

Não estranheis, doces amigos,
que esteja minha frente enrugada;
eu vivo em paz com os homens
e em guerra com minhas entranhas.

           [...]

           XXV

As abelhas das flores
tiram mel, e melodia
do amor, os rouxinóis;
Dante e eu – perdão, senhores –,
trocamos – perdão, Luzia –,
o amor em Teologia.

           [...]

           XXVIII

Todo homem tem duas
batalhas que travar:
em sonhos luta com Deus;
e desperto, com o mar.

           XXIX

Caminhante, são tuas pegadas
o caminho, e nada mais;
caminhante, não há caminho,
se faz o caminho ao andar.
Ao andar se faz caminho,
e, ao voltar o olhar atrás,
vê-se a senda que nunca
se há de voltar a pisar.
Caminhante, não há caminho,
senão esteira no mar.

           [...]

           XXXI

Coração, ontem sonoro,
já não soa 
tua moedinha de ouro?
Teu cofre,
antes que o tempo o quebre,
ir-se-á ficando vazio?
Confiemos
que não será verdade
nada do que sabemos.

           XXXII

Oh fé de meditabundo!
Oh fé depois de pensar!
Somente se vem um coração ao mundo
transborda o copo humano e se incha o mar.

           [...]

           XXXV

Há dois modos de consciência:
uma é luz e outra, paciência.
Uma consiste em iluminar
um pouquinho o profundo mar;
outra, em fazer penitência
com vara e rede, e esperar
o peixe, como pescador.
Diz-me, tu: Qual é melhor?
Consciência de visionário
que olha no profundo aquário
peixes vivos,
fugitivos,
que não se pode pescar,
ou essa maldita faina
de ir arrastando à areia,
mortos, os peixes do mar?

           XXXVI

Fé empirista. Nem somos nem seremos.
Todo nosso viver é emprestado.
Nada trazemos, nada levamos.

           [...]

           XLI

Bom é saber que os copos
servem-nos para beber;
o mal é que não sabemos
para que serve a sede.

           [...]

           XLV

Morrer... Cair como goto
de mar no mar imenso?
Ou ser o que nunca fui:
uno, sem sombra e sem sonho,
um solitário que avança
sem caminho e sem espelho?

           [...]       


 

terça-feira, 17 de novembro de 2020

Alegria latina

sucata de um amor
 à peso de saudade,
o corpo carrega na memória:
 silêncio, distância e gravidade

segunda-feira, 16 de novembro de 2020

Nota (casi) linguística

#6

Revelar y rebelar, una curiosa homofonía


«Revelar» —del latín «revelum» (quitar, otra vez, el velo)— es, curiosamente, homófona con «rebelar» —del latín «rebellum» (iniciar, otra vez, la guerra). Además de compartir un prefijo (de repetición) y una rima (en latín y en castellano), podríamos trazar un contexto en que las palabras compartirían un lugar: hacer conocida una verdad (o algo que equivalente) que estaba oculta o era ignorada, es a menudo un acto de rebelión, es decir, revelar una verdad es también una manera de rebelarse contra el statu quo… o, al revés, es un contraataque a la rebelión para mantener el orden.

sexta-feira, 13 de novembro de 2020

Dos dias nublados

(ou De minha janela vejo)

 
Em dia nublado,
de céu gris
    desbordado,
é quando minha alma
        diminuta
se estende para
            fora de mim
e num momento cósmico
sou não do tamanho de minha
                                    altura,
e sim do tamanho daquilo que vejo...

quinta-feira, 12 de novembro de 2020

MEMENTO MORI

No perded tiempo
con la necedad:
        como las hojas,
                        nosotros...
La vida no es una necesidad,
    es un milagro
que sólo vale la pena sostener
    porque todavía
            hay belleza.


quarta-feira, 11 de novembro de 2020

Os tristes

                                                        Rosalía de Castro
 
            I

Da torpe ignorância que confunde
o mesquinho e o imenso;
da dura injustiça dos mais altos,
da sanha mortal dos pequenos,
não é possível que fujais, quando vos conhecem
e vos buscam, como busca a raposa faminta
à indefesa rolinha nos campos;
e ao querer esconder-vos
de suas covardes iras, seja no monte,
na cidade ou no retiro estreito,
aí vai! — exclamam —, aí vai!, ali vos insultam
e apontam com íntimo contentamento,
Qual a mão implacável e vingativa
aponta o triste e fugitivo réu.
 
            II
 
Caiu por fim na espumosa e turva
harta corrente e desceu ao abismo
para não subir mais à serena
e tenra superfície. No mais íntimo
do nobre coração já lastimado
ressonou o golpe doloroso e frio
que, afogando a esperança,
faz abater os ânimos altivos,
e, dobrando as asas minaz e mudo,
em densa névoa se envolveu seu espírito.
 
            III
 
Vós, que lograstes vossos sonhos,
o que entendeis de suas ânsias malogradas?
Vós, que gozastes e sofrestes,  
o que compreendeis de suas eternas lágrimas?
E vós, enfim, cujas recordações
são como névoa que dissipa o alvorecer,
o que sabeis daquele que leva do seus
o eterno peso sobre a alma!
 
            IV
 
Quando na planta com afã cuidada
o fresco gomo de um botão assoma,
entamente, rastejando entre a relva,
assalta-lhe o caracol e o devora.
 
Quando duma alma ateia,
na profunda escuridão amedrontada
brilha um raio de fé, vem a dúvida
e sobre ela estende sua gigante sombra.
 
            V
 
Em cada fresco broto, em cada rosa erguida,
cem gotas de orvalho brilham ao sol que nasce;
porém ela vê que são lágrimas que derramaram
os tristes ao fecundar a terra com seu precioso sangue.
 
Enchido está o ambiente de agradáveis aromas,
as águas e os ventos cadenciosos murmuram;
porém ela sente que rugem com surdo clamor
de sufocados gritos e de ameaças mudas.
 
Não há dúvida! De cem astros novos, a luz radiante
até as mais recônditas profundezas chega;
porém seus formosos raios
jamais ao redor dela rompem a bruma espessa.
 
Da esperança, onde cresce a flor ansiada?
Para ela, em qualquer lugar o rebrotar se agosta,
seja sob as geadas do egoísmo estéreo,
ou seja o desengano da minguada sombra.
 
E em vão o mar extenso e as veigas fecundas,
os pássaros, as flores e os frutos que semeia!
Para o deserdado, só há sob o céu
essa quietude sombria que infunde a tristeza.
 
            VI
 
Cada vez foge mais dos vivos,
cada vez fala mais com os mortos,
E é quando nos rende o cansaço
propício à paz e ao sonho,
que o corpo tende ao repouso,
e a alma tende ao eterno.

            VII
 
Assim como o lobo desce ao povoado,  
se acaso na serra se vê perseguido,  
fugindo do homem que acossa os tristes,
buscou entre as feras o triste um asilo.

O sol esquentava sua lôbrega cova,
piedosa velava seu sonho a lua,
a árvore selvagem lhe dava seus frutos,
a fonte suas águas de grata frescura.
 
Logo depois, os raios de sol se nublaram,  
a lua entre brumas velou seu semblante,
secou-se a fonte e a árvore negou-lhe
a par que sua sombra, seus frutos selvagens.
 
Deixando a serra buscou na planície  
de outra árvore o fruto, a luz de outro céu;
e a um rio profundo, de nome ignorado,
pediu-lhe águas puras seu lábio sedento.
 
Em vão! Sem trégua o seguiu a noite,
a cede que atormenta e a fome que mata;
em vão!, nem a árvore nem, nem o céu, nem o rio
lhe deram seu fruto, sua luz ou suas águas.
 
E enquanto o esquecimento, a dúvida e a morte
agradam as sombras que ao redor lhe cercam,
lá ao longe a luz da vida,
ferindo seus olhos, feliz cintila.
 
Ditosos mortais a quem a fortuna
foi sempre propícia...Silêncio!, silêncio!,  
se vedes tantos seres que correm, buscando
as negras correntes do fundo Lete.
 
 

terça-feira, 10 de novembro de 2020

segunda-feira, 9 de novembro de 2020

Nota (casi) linguística

#5

Brincar, jugar, vincular


«Brincar», verbo intransitivo, «dar saltos o brincos». «Brinco», (1) «movimiento que se hace levantando los pies del suelo con ligereza»; (2) «joyel pequeño que las mujeres usaban colgado a la toca». ¿Cómo puede que cosas tan dispares compartan un mismo origen? ¿Cómo puede que tengan un vínculo etimológico? Y es que justamente la palabra «vínculo» nos ayuda acá, o por lo menos su forma latina «vinculum», «atadura, cadena, vínculo», formada por «vincere» (atar) y el sufijo instrumental «-lum». El verbo latino tiene relación con la raíz indoeuropea «wei-» (doblar, torcer), donde nos salió la «vid» («vitis», en latín), planta cuya tendencia es enroscarse y retorcerse mientras crece. En el castellano antiguo la forma «blinco» deja más evidente el pasaje de vínculo a brinco, o mismo el catalán «vinclar», «vincular» o «plegar». «Brinco», en portugués, es el «pendiente», pero también es el anillo que se pone en el hocico de los puercos. Y así nos quedamos dando vueltas, caminando en círculos en una etimología algo enroscada con eso de vincular y atar, o con un par de cosas vinculadas y atadas.

Lo gracioso, sin embargo, es el salto que va de brinco como algo atado a algo que salta… Quizás, fuera el estado saltarín de los brincos colgados en las tocas de las damas que por analogía nombró el salto y además en juego de niño de saltar. Pero, a la vez, en portugués la palabra «brincar» designa a «jugar, sobre todo las niñas y niños», así como «brinquedo», a «juguete». Se dice que este uso portugués de la palabra «brincar» tiene origen en un juego con aros (brincos), así que «brincar» se generalizó como una forma de divertirse; además, en portugués se puede llamar «brincadeira» también a un chiste o una broma. Pronto nos quedamos, como en un aro, sin saber bien donde empiezan las cosas, como si uno pudiera caminar en los dos sentidos infinitamente.

Antes de nos fatigar con estas vueltas, nos detengamos en la hermosa distinción que hacen los lusófonos entre «jogar» y «brincar», nosotros, hispanohablantes tendríamos que traducir ambas palabras por «jugar», pero suele que para un lusófono un infante no «joga», sino que «brinca», mientras que un adulto que «brinca» es porque no toma algo en serio y con sus compañeros no «brinca», sino  «joga» a las cartas. Esa distinción parece todavía más interesante cuando la relacionamos al hecho de que «juego» viene del latín «
iocus», «broma», (como también, por ej. «jocoso» y «juglar») y esa, a su vez, de la raíz indoeuropea «yek-», «hablar». El «iocus», así, es el juego en o con palabras, cosa que los adultos excluyeron, entonces, del mundo del infante —«infans», donde «in-» es negación y «fans» es «fari», «decir», más «-ante», agente: el infante es aquel desproveído de palabra o habla, y por lo tanto, no puede acceder al «iocus».

Sin embargo, yo arriesgaría decir que, pese a la tendencia a distinguir las dos cosas entre el juego que va en serio y el que no, la real distinción es que para un adulto, en general, «jogar» es una manera de desvincularse de su adultez, desatarse del peso y de las obligaciones del mundo adulto, como una manera de separarse de su mundo con sus reglas bien establecidas y rutineras, que siempre apuntan a una utilidad de supervivencia y (re)producción; mientras que los niños, que seguramente toman en serio a sus «brincadeiras» y que ponen sus reglas ahí, al «brincar», ellos crean un vínculo con el mundo, ellos trazan en el suelo un círculo —bien material, incluso— para demarca su mundo, no un mundo de uno solo, pero un mundo compartido (¿entre los amigos?) que se empieza a crear con el juego, un mundo recomienza a cada vez que se juega, como un ejercicio de estar ahí, de habitar, de existir con en otro. Para el adulto, «brincar» es saltar su mundo, por un rato; para el niño, «brincar» es «vincular», vincularse con el mundo y con el otro, es crearse a sí mismo y al mundo de los que vienen… 

sexta-feira, 6 de novembro de 2020

Nem todo haicai é sobre uma bela paisagem

IV


Lá fora
Há vida inteligente?
E aqui dentro?
 

quinta-feira, 5 de novembro de 2020

Do poeta

O poeta,
um fingidor que deveras mente,
seja com pena de marfim
        ou pena d'aço
escreve, entre seus objetos,
        recorrentemente
sobre o repetido, o inacabado
                                    e o fracasso...

quarta-feira, 4 de novembro de 2020

Não o sei

                                                        José Selgas
 
Que súbita vontade
me anunciam os desvios
que em ti minha inquietude vê?
Por que baixas os olhos
ao encontrar o fogo dos meus?
        Dize, por quê?

— Meu coração sondo
e nele meu afã adverte
que teme e duvida e crê…
Ou esperança ou desejo,
não sei o que n'alma sinto ao ver-te…
        Não o sei.

— O pensamento vão
por acaso fingia-me
a dita que sonhei?
Diz-me, por que tua mão
treme impaciente ao estreitar-se à minha?
        Diz, por quê?

— Se a água azul se move
do ar ao suave suspiro
toda tremer se vê,
Serei eu a onda leve?
Poderás tu ser a rajada do vento?
        Não o sei.

— Quando em meus olhos brilhas
e vejo em ti a aurora
do bem que imaginei,
por que de tuas bochechas
os brancos lírios o carmim colora?
        Diz, por quê?
 
— Também a alva, à passagem
do sol que a surpreende,
enrubescer se vê.
Sou eu a aurora por acaso?
És tu o raio que minha face acende?...
        Não o sei.
 
— O bem que me aliena
a ti meu amor confio…
Vã esperança foi?
Por que profunda pena
sentem a par teu coração e o meu?
        Diz, por quê?
 
— A alma que te adora
fingiu em risonho prisma
a dita que esperei.
Por que ao gozá-la agora
em fundo afã meu coração se abisma?...
        Não o sei.

— Nenhuma dita exista
das que o homem afana
onde a dor não esteja.
Por que, mentira triste!,
dita chamamos à dita humana?
        Não o sei.
 

terça-feira, 3 de novembro de 2020

Versinhos sobre andorinhas, amor e tempo

(ou Para não dizer que não falei de amor, parte 3)

 
Por morrer uma andorinha,
        sem amor,
não acaba a primavera,
diz o povo cantador.

Gracioso dito este,
se a questão é de falta de amor,
                            porém,
as andorinhas todas morrerão,
            uma a uma,
até que não haja mais verão.

segunda-feira, 2 de novembro de 2020

Nota (casi) linguística

#4

Conflicto


Una de las que se repiten una y otra vez en nuestros días es «conflicto», ya sea en la boca de los periodistas, ya sea en las páginas de los intelectuales; hago, pues, un pequeño ejercicio de pensarla, y hago no tanto para establecer lo que es definitivamente «conflicto», o lo que sería su significado universal, real o mismo fundamental, sino que le doy vueltas a esa palabra, haciéndola rechinar y decir un poco más que lo obvio y yuxtaponiéndola a otras palabras —pólemos, bellum, agon—  para que suenen, con alguna suerte, más que sinónimos, siguiendo los versos de un poeta brasileño, Mario Quintana, que dice: «Esos que piensan que existen sinónimos, desconfío que no saben distinguir las diferentes matices de un color» (Caderno H, 2013). Entonces, para que no creamos (demasiado) que los sinónimos existen, empiezo haciendo una breve etimología del vocablo «conflicto», donde, siguiendo sus rastros, llegamos a «conflictus», en latín, formado por el prefijo «con-» y el participio «flictus». Nos detengamos un rato, por primero, en el prefijo este (y sus variaciones «co-/com-/con-»). Si caminamos en su linaje en dirección al presente llegamos a palabras castellanas como, por ej., cooperar, compartir y concebir, en las cuales el pefijo da el sentido de «en compañía de», «junto a» o «globalmente»; también nos llevará, si caminamos en el sentido contrario, a la raíz indoeuropea «kom-», que significa «junto» o «cerca de», de la cual se desplegará el vocablo griego «κοινός» (koinos), «común», que nos ha dado, por ej., «cenobio» y «epiceno»; pero también la raiz indoeuropea dará origen a otro vocablo latino, «contra», que quiere decir «enfrente» y generará algunas palabras castellanas como, por ej., «contra», «contrario» y «encontrar». «con-», en breve, tiene que ver con «junto», «común» y «enfrente». Siguiendo con la etimología, la segunda parte de nuestra palabra, «flictus», es el participio de perfecto del verbo «fligere», que es «dañar», «chocar(se)», «pegar» o «golpear», como en «infligir» o «aflicto», advenido del griego «φλάω» (fláo), «aplastar», «machacar»; a su vez, «flictus», en tanto que participio, es «golpe» o «golpeado». Por último, se juntamos las dos partes, tenemos «conflictus», «golpe junto», o aún, «el golpe entre varios»; pero, lo que me parece subyacente ahí es que, pese al énfasis que se suele dar a la idea de choque o pelea, el prefijo de esta palabra hace el componente de partilla –de un lugar, de una materialidad, pero también, y sobre todo, de una presencia y fuerza  combativa– inolvidable; lo hace de tal manera que sólo hay conflicto, yo diría, si las dos (o más) partes involucradas actúan (en contra) o golpean a la otra, de lo contrario, lo que hay es pura violencia, es decir, es «abundancia de fuerza» sin una verdadera reacción o resistencia ajena. Entonces, comprender un conflicto pasa imprescindiblemente, de una parte, por reconocer un territorio de disputa en común, y, de otra, por reconocer en el otro una fuerza digna con la que pelearse, alguien a la altura de golpeárselo. 
 
Los griegos antiguos, por supuesto un pueblo lindado por el conflicto –ya sea aquel de los guerreros espartanos, ya sea aquel de los políticos atenienses–, tenían incluso una personificación de la guerra –muchas veces confundida con el diós Ares o su versión romana, Martesllamada de Πόλεμος (Pólemos) o «bellum», para los romanos. De ahí palabras como «polémico» y «bélico», es decir, «lo que pertenece a la guerra», pero también «duelo» (duellum); este último, en especial, deja evidente en carácter ritualizado y dignificado del conflicto para los griegos y romanos. El filósofo presocrático Heráclito describe a Pólemos como «el rey y padre de todos», con la capacidad de traer todo a la existencia y de aniquilarlo; el filósofo alemán, M. Heidegger, a su vez, interpretaba el Pólemos heraclítico como el principio de separación, «el que divide o aleja» en alemán «Auseinandersetzung»: «conflicto», pero literalmente «aus» (afuera, separado) + «ein» (un) + «andere» (otro) + «setz(en)» (poner, ubicar) + «ung» (particula que hace del verbo un substantivo). Curiosamente, el escritor griego Aristófanes, en una de las historias sobre Pólemos, cuenta que él intentara atrapar Irene (Εἰρήνη, pax, para los romanos), la personificación de la paz, como manera de dominarla y hacer a si mismo imparable, lo que, seguramente, es impedido por las divinidades. En otra historia, contada por Esopo, estaban los dioses eligiendo sus matrimonios, uno a uno, y al final le toco a Pólemos casarse con Hibris (la arrogancia o el exceso), ya que fue la única que se había quedado sin pareja; dicen que él la amaba mucho, pero que ella lo abandonó, con lo que él se puso a seguirla por doquier, con lo que se aconsejaba a no dejarse que Hibris (la arrogancia, el exceso) se acercará sonriente a la gente, a la ciudad o a la humanidad, puesto que Pólemos (la guerra) llegaría enseguida. Mismo un pueblo combativo, como los griegos y romanos, sabe que la batalla solo puede generar frutos y dejar descendentes si no es incesante y voraz, al punto de destruir el mundo y a sí propio en su afán guerrero —la fuerza creadora termina por poner fin a sí misma, en especial si viene con el exceso y la arrogancia. 
 
Sin embargo, de todas las personificaciones griegas de la idea de conflicto, tal vez el Agon (Ἀγών) sea la más importante y, seguramente, es la más solemne, encarnando a la lucha —concursos, retos, disputas— en una forma de juego o ejercicio, estando presente en los juegos olímpicos y en las piezas teatrales, pero también en los debates filosóficos. Para el filólogo (y filósofo) F. Nietzsche, el agon griego fuera un principio fundamental de la moral noble (griega) para la educación y crecimiento de la fuerza de uno, gracias a la relación con el otro, que nunca podría, entonces, ser más débil o inferior que uno. Este principio, sin embargo, ya (casi) no lo es capaz comprender y vivir el sujeto moderno, puesto que su manera de hacer la guerra es miserable, al haber echado cualquier ritualidad y dignidad en el combate: la blitzkrieg (guerra relámpago) inaugurada por los nazis eliminaba toda las separaciones entre sujeto, tiempo y espacio militares y civiles, arrastrando la guerra, que antes se hacía afuera de la ciudad, entre los combatientes y por un tiempo determinado del día, para adentro del perímetro urbano, machacando cualquiera, sin aviso previo o restricción de horario; conducta esa que fuera llevada a su máximo de brutalidad con los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki por los EE. UU. La falta de una ritualidad y la aniquilación del adversario era impensable al conflicto agonista griego, lo cual reclamaba un protagonista (πρωταγωνιστής, el primero luchador o jugador) y un antagonista (ανταγωνιστές, el luchador o jugador opuesto o que va en contra), dos sujetos, ya sea en puntos opuestos de un combate, ya sea poniéndose lado a lado en una carrera, compartiendo, en un mismo espacio y tiempo, una misma batalla y con cierto grado de respecto por el otro en el conflicto —en los golpes juntos.
 
Al final, ¿nuestros conflictos nos hacen compartir un mundo o repartirlo, aniquilándose al Otro y su mundo?